La muerte en 2013 del activista contra el apartheid, político y primer mandatario negro que encabezó el poder ejecutivo de Sudáfrica Nelson Mandela, fue un parte aguas en la historia del país. Su visión de una sociedad unida no se ha vuelto una realidad, pero eso no resta mérito a su gran legado.
En mi opinión, Mandela estaría muy inconforme sobre la Sudáfrica de 2022. El mito de Nelson Mandela aún sigue vivo en Sudáfrica. De mantenerlo vivo se ocupan, entre otros, la fundación que lleva su nombre, así como el partido gubernamental, el Congreso Nacional Africano (CNA).
Pero ese partido está profundamente dividido y pierde cada vez más representación. La Sudáfrica del presente es un país en efervescencia, una sociedad carcomida por la corrupción, el nepotismo y la arbitrariedad.
A 30 años del fin del apartheid (fue el sistema de segregación racial que se instauró formalmente en Sudáfrica en 1948) y de la llegada al poder de Mandela como primer presidente negro de la historia de ese país, hoy vuelve a enfrentarse a una lucha compleja por mejorar su futuro. ¿Se acabó el sueño de Mandela de una sociedad diversa y floreciente?
La desigualdad aún persiste
Mandela se concentró en el trabajo de reconciliar a una sociedad dividida por el odio racista, perodejó de lado la búsqueda de una solución a los grandes problemas: la desigualdad social continúa marcando a Sudáfrica hasta el día de hoy.
Sudáfrica está plagada de desigualdad económica y de pobreza. El crecimiento económico está en apenas algo más de un uno por ciento, y la tasa oficial de desempleo llega al 27 por ciento. La mitad de los jóvenes sudafricanos carece de empleo.
Aún siguen sin resolverse temas como la redistribución de la tierra que, en su mayoría, sigue en manos de propietarios blancos, y la cuestión acerca de las reparaciones a los agricultores continúa sin salida y aportan más combustible a la situación.
Estos problemas empeoraron, sobre todo, debido a los nueve años de mal gobierno de Jacob Zuma (2009 – 2018). Y rechaza categóricamente lo que actualmente piensan muchos jóvenes sudafricanos: que Mandela no combatió lo suficiente los problemas de la recién lograda democracia.
La tarea principal de Mandela fue evitar una guerra civil entre la población blanca y la negra, y la manera en que logró eso es destacable.
La herencia viva de Mandela
Nelson Mandela fue una voz que llegó a todos los sectores de la sociedad sudafricana. La transición de un gobierno del apartheid a la presidencia de Mandela fue un camino basado en largas negociaciones y diversos compromisos.
Mandela estaría muy decepcionado si viese a la actual Sudáfrica. Pero, a pesar de eso, sus propios errores, como el haberse adaptado a un programa económico conservador que fortaleció la desigualdad social, envió también este mensaje al mundo: él no era un santo.
La debilidad política, pero también el éxito en el desempeño de Mandela al impedir una guerra civil fue algo ejemplar.
Cuando los jóvenes reprochan a Mandela haber traicionado a su país haciendo concesiones a los blancos, lo están diciendo desde su lugar privilegiado de generación postapartheid.
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