Por primera vez en la historia, los astrónomos han sido testigos de cómo una estrella se tragaba un planeta del tamaño de Júpiter. El evento tuvo lugar a unos 12.000 años luz de distancia, cerca de la constelación Aquila y tras este dramático suceso, la estrella se volvió 100 veces más brillante en solo 10 días y luego se desvaneció.
El fin de la Tierra
Lo más espeluznante de todo esto es que a la Tierra le podría tocar tal aciago destino; ser engullida por el Sol, dentro de unos pocos miles de años. "Estamos viendo el futuro de la Tierra. Si alguna otra civilización nos estuviera observando desde 10.000 años luz de distancia mientras el Sol engullía la Tierra, vería que el sol brillaba repentinamente a medida que expulsaba algo de material, luego formaba polvo a su alrededor, antes de volver a ser lo que era", explica Kishalay De, postdoctorado del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial del MIT y autor principal del trabajo que publica la revista Nature.
Durante más de un siglo, los modelos físicos han predicho que este debería ser el destino final de los planetas que orbitan cerca de ciertas estrellas pequeñas. En teoría, a menos que una estrella sea unas 8 veces más masiva que nuestro Sol, no acabara sus días en forma de supernova, sino que conforme queme su combustible, la estrella se oscurecerá y se hinchará hacia afuera, engullendo todo lo que se encuentre a su paso. La evidencia había sido circunstancial hasta el momento. Pero no habíamos presenciado este fenómeno. No hasta ahora.
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Los científicos descubrieron esta estrella devoradora de planetas en mayo de 2020, después de haber rastreado los datos del Zwicky Transient Facility (ZTF), ubicado en el Observatorio Palomar de Caltech en California. De estaba a la caza de estrellas binarias usando datos del Observatorio Palomar buscando puntos en el cielo que mostraran aumentos rápidos en el brillo.
Tales fluctuaciones pueden ser una señal de que las estrellas se acercan lo suficiente como para que una absorba la materia de la otra y un evento de 2020 destacó cual bombilla cuando un punto de luz se volvió rápidamente unas 100 veces más brillante de lo que había sido. ¿Una fusión de estrellas? Comenzaba la investigación más profunda.
Tardaron otros 12 meses en reconstruir qué era exactamente lo que estaban observando. “La fuente era increíblemente brillante en el infrarrojo cercano” pero la materia estaba lo suficientemente fría como para ser detectada en longitudes de onda infrarrojas. "Eso significa que lo que se fusionó con la estrella tiene que ser 1000 veces más pequeño que cualquier otra estrella que hayamos visto. Y es una feliz coincidencia que la masa de Júpiter sea aproximadamente 1/1000 de la masa del Sol. Fue entonces cuando nos dimos cuenta: este era un planeta, chocando contra su estrella", apuntan los autores.
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El equipo estimó que la estrella progenitora tiene entre 0,8 y 1,5 veces la masa de nuestro Sol, mientras que el planeta sumergido tenía entre 1 y 10 veces la masa de Júpiter.
El instrumento ZTF es muy útil porque escanea el cielo en busca de estrellas que cambien rápidamente de brillo, lo que puede indicar una firma de supernova, estallidos de rayos gamma y otros fenómenos estelares. Sea como fuere, los astrónomos esperan expectantes la puesta a punto del observatorio Vera Rubin en 2025 que podrá fotografiar el cielo disponible durante 10 años, entregando valiosa información para nuestro conocimiento en la materia.
Cómo muere una estrella
Cuando una estrella agota el suministro de hidrógeno del núcleo, esta comienza a fusionar helio en carbono, mientras que la fusión de hidrógeno migra a las capas exteriores de la estrella. Lo que provoca este cambio es que las capas exteriores se expanden, transformándola en una gigante roja. Esto también señala el camino o destino de todo lo que se encuentre a su alcance: cualquier planeta, luna, etc, que se encuentre en su radio de acción a medida que la estrella se expande, acabará engullido por su espectacular energía.
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