El francotirador más temible del mundo, se une a Ucrania para luchar contra Rusia

El canadiense, que ostenta el récord de la mayor muerte a distancia, ya esté calibrando su arma y preparándose para posicionarse en el frente de batalla

El llamado fue más fuerte y pese a que su hijo cumple un año en apenas unas semanas, Wali armó el bolso y se fue.

Su nombre no puede ser revelado; su esposa le puso esa única condición. Con un grupo de soldados voluntarios, el temible francotirador ex Royal Régiment de Canadá llegó a Ucrania para pelear junto al ejército contra Rusia.

Su último contacto lo hizo en diálogo con La Presse al arribar en Polonia y hoy se estima que ese temible cuadro militar, que ostenta el récord de la mayor muerte a distancia, ya esté calibrando su arma y preparándose para posicionarse en el frente de batalla.

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Wali es un apodo que se ganó con el tiempo. Un poco de misticismo para una leyenda viva que formó parte de las Fuerzas Armadas canadienses entre 2009 y 2011 cuando las tropas del norte marcharon en Afganistán. Retirado de manera oficial, viajó como soldado voluntario para combatir en Irak, solo y con una mochila. Allí se unió al batallón de peshmergas y combatió durante varios meses en territorio extranjero.

A su regreso, su esposa creyó que el periplo de la guerra había terminado aunque dentro suyo siempre supo que Wali solo estaba de vacaciones. Cuando el Gobierno de Ucrania anunció la creación de la Legión Internacional de Defensa Territorial Ucraniana, él no lo dudó. “Hay varios grupos informales de exsoldados que han estado activos desde la semana pasada y están comenzando a responder a la llamada”, explicó Wali en diálogo con La Presse. Si bien Canadá le sugiere a sus ciudadanos que eviten la zona de Europa del este y no envía tropas directamente, la ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly, aclaró, tal como informa el medio CBC, que este tipo de decisiones son “elecciones individuales” y que “apoyan cualquier forma de ayuda a Ucrania en este momento”.

Sin embargo, el canadiense no viaja armado. En su mochila hay una máscara de gas, un traje de camuflaje para francotiradores, unos binoculares y la campera que usó en Afganistán. “Seguramente nos darán armas y placas de armadura. Incluso espero que sea fácil y hasta surrealista, como que te lleven a un almacén y te digan: ‘Acá tenés. Hay lanzacohetes, misiles...’”, bromeó. “Es una guerra muy mecanizada, más de movimiento y convencional. Cuando me llamaron dijeron que necesitaban un francotirador. Es como un bombero que escucha la alarma, tuve que ir”, reconoció.

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El llamado llegó gracias a un amigo que organiza convoys neutrales de ayuda humanitaria y junto a él viajan otros tantos exsoldados extranjeros. En las redes sociales, estos grupos paramilitares se coordinan cada vez que aparece un conflicto armado para viajar y ofrecerse como voluntarios. Tan solo en lo que fue la guerra contra el Estado Islámico se contabilizaron 80 exsoldados canadienses y un gran número de estadounidenses, belgas y franceses.

“Veo las imágenes de la destrucción en Ucrania y veo a mi hijo en peligro y sufriendo. Cuando veo un edificio destruido, veo a la persona que lo posee ver su fondo de pensión esfumarse. Voy allí por razones humanitarias”, completó. El Universal

*MG