VIDEO. La Virgen de Guadalupe, millones de creyentes, una identidad de México
En México, la fiesta a la Virgen de Guadalupe es la más importante a nivel nacional. Millones de personas desde diferentes puntos del país acuden en peregrinación hasta el santuario Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México.
Miles cruzan el país caminando, corriendo, en bicicletas y en caravanas de autobuses, para dar gracias por los favores recibidos en el año, para solicitarle ayuda o por tradición.
En la noche previa al gran día la Virgen Guadalupana recibe en su casa las tradicionales "Mañanitas" de parte de miles de personas.
Aparición mariana
La Virgen de Guadalupe es una aparición mariana de la Iglesia católica de origen mexicano, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, ubicada en las faldas del cerro del Tepeyac, en el norte de la Ciudad de México.
De acuerdo a la tradición mexicana y lo descrito por documentos históricos de El Vaticano y otros encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, María, la madre de Jesús se apareció en cuatro ocasiones al indígena chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y en una ocasión a Juan Bernardino, tío de Juan Diego.
El relato guadalupano conocido como Nican Mopohua narra que tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga, para decirle que le erigieran un templo.
Ante el escepticismo de Juan de Zumárraga pidió una prueba a Juan Diego. En la última aparición de la Virgen y por orden suya, Juan Diego llevó en su ayate unas flores que cortó en el Tepeyac, se dirigió al palacio del obispado y desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, cuyos rasgos han sido interpretados como "mestizos" a pesar de ser de piel mucho más clara que su homónima española.
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El parecido entre esa figura y la bordada en el entonces Pendón de Hernán Cortés sería la causa de que se le denominara Virgen de Guadalupe.
Según el Nican Mopohua, texto hagiográfico publicado en el siglo XVII, las apariciones tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año.
La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego, que habría contado todo lo que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que sólo rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican Mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605).
Según diversos investigadores, el culto guadalupano es una de las creencias más históricamente arraigadas en el actual México y parte de su identidad, y ha estado presente en el desarrollo como país desde el siglo XVI incluso en sus procesos sociales más importantes como la Independencia de México, la de Reforma, la Revolución Mexicana y en la sociedad mexicana actual, en donde cuenta con millones de fieles, algunos de ellos profesantes como guadalupanos sin ser necesariamente parte del catolicismo.
Las apariciones
En 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa.
Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".
De regreso a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje.
Esta vez el obispo, luego de escuchar a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.
De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo.
Fue la madrugada del 12 de diciembre que Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.
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El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.
Quién fue Juan Diego
San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, estaba localizado a 20 kilómetros al norte de Tenochnitlán, México; establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir "El que habla como águila" o "Águila que habla".
Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca; según el Nican Mopohua, era un "Macehualli" o "Pobre indio", es decir uno que no pertenecía a ninguna de las categorías sociales del Imperio, como funcionarios, sacerdotes, guerreros, mercaderes, etc., ni tampoco formaba parte de la clase de los esclavos. Hablándole a Nuestra Señora él se describe como "un hombrecillo" o un don nadie, y atribuye a esto su falta de credibilidad ante el Obispo.
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Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Más adelante, contrajo matrimonio con una nativa sin llegar a tener hijos.
Juan Diego antes de su conversión era un hombre muy devoto y religioso, -como lo testifica las Informaciones Guadalupanas de 1666-, esto lo ayudó a poder estar mejor preparado para que, entre los años de 1524 y 1525, realice una opción total por el Señor Jesús, bautizándose junto a su esposa; él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía.
Ambos fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o " el pobre", por su extrema gentileza y piedad y las ropas raídas que vestía. De acuerdo a la primera investigación formal realizada por la Iglesia sobre los sucesos -las Informaciones Guadalupanas de 1666-, Juan Diego parece haber sido un hombre muy devoto y religioso, aún antes de su conversión.
Nican Mopohua
Éste es el documento histórico en el que se relata las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531.
Es un escrito originalmente en lengua náhuatl "lingua franca" en Mesoamérica, y todavía en uso en varias regiones de México. A pesar de que muchos documentos indígenas comienzan con el Nican Mopohua, estas dos palabras iniciales han permanecido por antonomasia para identificar este relato. El título completo es: "Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre Guadalupe".
Este relato es la principal fuente de lo que sabemos sobre el Mensaje de la Santísima Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.
El autor del documento fue Don Antonio Valeriano (1520-1605), sabio indígena y aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahún. Valeriano recibió la historia por el mismo Juan Diego, quien murió en 1548.
En cuanto al argumento del documento: es la narración de la evangelización de una cultura donde la ayuda de Dios y de la Virgen fue evidente. Por medio de un estilo correcto, digno y sólido uno se da cuenta que esta evangelización llegó hasta la más profunda raíz de la cultura pre-hispánica, llevándose a realizar la de dos pueblos irreconciliables.
En la plenitud de los tiempos para América aparece María Santísima portadora de Cristo. Hay una identificación de lo esencial de la Biblia: -Cristo, centro de la Historia- (Juan 3,14-16) con lo esencial del Nican Mopohua (vv.26-27) y con lo esencial del mensaje glífico de la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe: el Niño Sol que lleva en su vientre Santísimo.
En el Nican Mopohua los protagonistas del relato están:
- La Santísima Virgen que pide un templo para manifestar a su Hijo.
- El Beato Juan Diego, vidente y confidente de la Sma. Virgen.
- El Obispo Fr. Juan de Zumárraga a cuya Autoridad se confía el asunto.
- El Tío del Beato Juan Diego, sanado milagrosamente.
- Los criados del Obispo que siguen al Beato Juan Diego.
- La ciudad entera que reconoce lo sobrenatural de la imagen y entrega su corazón a Nuestra Señora de Guadalupe.
Imagen en el ayate
El ayate en el que se encuentra plasmada la imagen de la Virgen de Guadalupe está hecho de fibra de maguey, de la variedad conocida como Agave popolute.
Mide 1.78 cm de largo por 1.03 cm de ancho.
Consta de dos piezas unidas por el centro de arriba abajo con un delgado hilo, sin que la unión atraviese el rostro de la Virgen, debido a que su cabeza está ligeramente inclinada.
La imagen es translúcida, no presenta ningún tipo de preparación previa.
Se han hecho estudios sobre el ayate, sin encontrarle ningún colorante animal, vegetal o mineral.
Pese a los muchos años que estuvo expuesto a la veneración de sus fieles, a los embates del tiempo y al humo de las velas, la imagen se ha conservado de manera extraordinaria.
El ayate era parte del vestido de una persona trabajadora; tiene una gran costura en el centro, uniendo dos tramos del tejido, porque estas piezas se elaboraban en telares de cintura, donde era necesario unir las tiras.
*BC