Elecciones legislativas en Estados Unidos
El próximo 8 de noviembre, Estados Unidos está llamado a unas elecciones legislativas en las que, en palabras del presidente Joe Biden, está en juego la estabilidad política y la democracia estadounidense.
El Partido Demócrata tiene mayoría en el Congreso. En la Cámara de Representantes ocupa 425 escaños de un total de 435; mientras que en el Senado, su única ventaja en cualquier votación es el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris.
En las elecciones se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara. La pérdida de cualquier de las dos estrechas mayorías que tienen los demócratas supondría el fin de facto de la presidencia de Joe Biden, al menos en su capacidad para llevar a cabo su agenda.
Las elecciones de medio mandato son la primera oportunidad para que los votantes se pronuncien sobre el presidente que eligieron dos años antes. A los presidentes no suele irles bien.
En este caso, además, la inflación rampante y errores como la caótica retirada de Afganistán previsiblemente castigarán a Biden. Su bajo índice de aprobación nacional (entre 30% y 40%) indica falta de ganas de darle una mayoría.
No obstante, el radicalismo del discurso republicano y la presencia de una figura como Donald Trump pueden estimular de nuevo el voto demócrata, como en las dos ocasiones anteriores. A esto se suma la irrupción en las escenas políticas del Tribunal Supremo.
Más de nueve millones de estadounidenses han votado ya, hasta esta semana, tanto en persona como por correo, lo que indica que la participación final será alta.
¿Qué está en juego?
Lo que está en juego va más allá de Washington o que el partido del presidente sufra un castigo a mitad de mandato entra dentro de lo previsto. Pero la extrema polarización de la política estadounidense, desde la aprobación de Donald Trump, convierte el natural reparto de poder en Washington en un constante choque institucional.
Esto pone en peligro la fiabilidad de Estados Unidos en asuntos de trascendencia mundial, como la emergencia climática o la posición sobre la guerra en Ucrania, si acabase imponiéndose la versión más extrema del republicanismo actual.
Aun así, cuando Biden advierte correctamente del peligro para el futuro del país, se refiere a asuntos más locales. Por primera vez, Estados Unidos va a vivir unas elecciones en las que el expresidente Trump se niega a retirarse de la escena política.
Al contrario, mantiene un control asfixiante sobre el Partido Republicano, donde utiliza su capacidad financiera y su predicamento sobre las bases más fanatizadas para decidir en las primarias quién tiene acceso a un cargo.
El mensaje político de Trump se basa en la negociación de resultados electorales de 2020 y el cuestionamiento del sistema democrático. Así, en este ciclo se presentan por el país cientos de candidatos trumpistas a puestos legislativos y fiscalías, dispuestos a dinamitar el sistema desde dentro.
La importancia de estas estas elecciones es que medirán si el trumpismo queda suficientemente contenido como para empezar a pasar página. De eso depende, también, la capacidad de Trump de volver a presentarse en 2024.
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