Lluvias contra la sequía
Ha llegado el mes de julio y con él un incremento en el número de fenómenos hidrometeorológicos como son lluvias, depresiones, tormentas tropicales e incluso huracanes que, por un lado, ponen en jaque tanto a las autoridades como a la población en general por los diversos riesgos que se pueden presentar en esta temporada, sin embargo, también son un alivio a la dura sequía que enfrentan diversas regiones del país.
Precisamente, el Monitor de Sequía en México (MSM), del Servicio Meteorológico Nacional, señaló que al 15 de junio de 2024 el número de municipios con sequía era de 2 mil 138 de los 2 mil 471 que hay en el país, es decir un 86.5 por ciento. Sólo 48 municipios no tenían ninguna afectación.
Afortunadamente, también en el mes de junio se reportó el ingreso de tres ondas tropicales asociadas a zonas de baja presión, lo que ayudó a disminuir la sequía severa en Campeche, Chiapas, Tabasco y sur de Veracruz, así como la sequía moderada en la Península de Yucatán, Quintana Roo y Nuevo León.
Y es que las lluvias son la principal fuente de recarga de acuíferos, llenado de presas y ríos, además de ser un soporte de la agricultura y biodiversidad. Aunado a ello debemos tener presente que estos acuíferos son vitales para el suministro de agua potable y para el riego agrícola.
Asimismo, las presas y ríos dependen de las lluvias para mantener sus niveles de agua. Estos cuerpos de agua no solo abastecen a las comunidades, sino que también generan energía hidroeléctrica y mantienen ecosistemas acuáticos saludables.
Pero el tema no es tan simple, ya que además se ha observado que el cambio climático ha alterado los patrones de precipitación, haciendo que las lluvias sean más impredecibles y extremas. En Puebla y otras regiones de México, esto se traduce en periodos prolongados de sequía seguidos de lluvias torrenciales que causan inundaciones.
En zonas como Puebla, donde la agricultura es una actividad económica importante, la disponibilidad de agua subterránea es crucial para lograr la siembra y cosecha de cultivos que permiten la seguridad alimentaria y el sustento de muchas familias.
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Como ejemplo de ello, recordemos como en el mes de junio hubo encarecimiento y desabasto de cilantro, uno de los ingredientes más utilizados en la gastronomía mexicana y del cual Puebla ocupa el primer lugar en producción nacional con más de 47 mil toneladas al año.
Para nadie fue un secreto que uno de los factores que provocaron esta escasez en nuestro estado, fueron las fuertes lluvias con granizo que afectaron a más de 200 hectáreas de cultivo de cilantro, así como de elote, chile miahuateco, ejote y brócoli.
Por ello considero importante que se emprendan medidas y se realicen políticas públicas que permitan actuar para impulsar un régimen pluvial estable que nos permita sobrevivir y prosperar como sociedad.
Uno de los problemas más significativos es la falta de infraestructura adecuada para captar y almacenar el agua de lluvia. Las presas y sistemas de captación de agua no siempre son suficientes para aprovechar las lluvias, lo que resulta en la pérdida de grandes volúmenes de agua que podrían ser utilizados durante periodos de sequía.
La deforestación y el cambio de uso de suelo afectan la capacidad de los ecosistemas para retener y filtrar el agua de lluvia. La pérdida de vegetación disminuye la infiltración de agua en los acuíferos y aumenta la escorrentía superficial, lo que reduce la disponibilidad de agua durante los periodos secos.
El crecimiento poblacional en Puebla y otras regiones aumenta la demanda de agua. La presión sobre los recursos hídricos se intensifica, haciendo que las lluvias sean insuficientes para satisfacer las necesidades de una población en expansión.
Por ello se debe promover la reforestación y conservación de áreas naturales para mejorar la capacidad del suelo para absorber y retener el agua. Además, los árboles ayudan a regular el ciclo hidrológico y a mantener la humedad del suelo.
Asimismo, se requiere sensibilizar a la población sobre la importancia del agua y las medidas para conservarla con programas educativos y campañas de concienciación.
No echemos en saco roto que estamos en un momento crucial para implementar estrategias sostenibles y promover una cultura de uso eficiente del agua, incluida la de la lluvia, como pasos esenciales para garantizar la disponibilidad de este recurso vital en el futuro.
*ARD